lunes, 26 de abril de 2010

Alegoría de la Historia, Industria y Comercio de Málaga (Boceto del techo del Teatro Cervantes en la ciudad de Málaga)



Comentarios:
Boceto para la decoración del techo del Teatro Cervantes de Málaga, encargado en 1870por la Junta Directiva del teatro al pintor valenciano Bernardo Ferrándiz, quien contó con la inestimable colaboración de Antonio Muñoz Degraín en los fondos de paisaje. Según las condiciones de dicho contrato debía de representarse una "alegoría de Málaga con el puerto, la estación de ferrocarril, la Agricultura, la Industria y el Comercio". Los autores se alejan de las habituales y complicadas composiciones para techos que se venían pintando hasta el momento y a través de la representación de elementos singulares de la Málaga contemporánea, vistos desde la perspectiva de la próspera burguesía, se desarrollará el discurso. En el centro de la composición se encuentra la representación alegórica de las Bellas Artes, como símbolo de la renovación que representa la irrupción del Teatro Cervantes en el panorama cultural malagueño. En la zona inferior, el puerto, y a la izquierda los trabajos propios del tráfico portuario. La Industria, representada por la factoría azucarera o la ferrería e instalaciones siderúrgicas. La Agricultura, en forma de un carro de heno, y a ambos lados la imagen cotidiana de la ganadería. El ciclo económico y comercial lo cierran las piezas de cerámica y de alfarería típicas malagueñas de las que se conservan preciosos ejemplares en el museo. Al fondo, referentes de la Historia local, el conjunto de Gibralfaro y la Alcazaba, y como signo del liberalismo político y de prosperidad de la burguesía se representan el monolito a Torrijos y la estación de ferrocarril. La obra ha sido considerada ecléctica, puesto que aglutina algunas referencias a la obra fortuniana, al paisajismo y al costumbrismo del XIX.

Una esclava en venta



José Jiménez Aranda (1837-1903).
Óleo sobre lienzo.
100 x 81,5 cm.
1892-1902.

Comentarios:
Pintor sevillano de la segunda mitad del XIX, cuya obra se enmarca dentro de la pintura de género de pequeño formato, concretamente, en la llamada pintura costumbrista romántica. Conoce a Fortuny en Roma y el contacto directo con él hace que su obra evolucione hacia la pintura llamada de "casacón", más cercana a la pintura galante de la burguesía europea. Destaca por su capacidad para captar instantes del natural. Esta obra es uno de los desnudos más interesantes de la pintura española del siglo XIX. Se trata de una joven esclava que es mostrada para su venta, con un cartel sobre su vientre que reza en caracteres griegos la leyenda "Rosa de 18 años, en venta por 800 monedas". Es un tema orientalista, de gran fortuna entre los pintores de esta generación, en el que se mezcla el gusto por lo exótico y oriental, dentro del ideal del Romanticismo, con la sensualidad y la calidad del tratamiento de la anatomía. Presenta como novedad el inusual encuadre, ya que se trata de un primer plano casi cinematográfico en el que aparece la joven postrada rodeada de los pies de sus posibles compradores. Destaca el contraste entre el vivo colorido de la alfombra y la pálida piel de la joven, representada con gran dignidad.

Y tenía corazón...


¡Y tenía corazón! (Anatomía del corazón)
Enrique Simonet y Lombardo (1863-1927).
Óleo sobre lienzo.
177 x 291 cm.
1890.

Comentarios: Pintor valenciano vinculado al círculo malagueño, tanto por su origen familiar como por su actividad profesional continua. Pensionado en Roma, realiza obras de gran formato y de muy diferente temática.
Esta sobrecogedora obra recoge el momento en el que el forense realiza una autopsia a una joven que yace sobre una mesa. El tratamiento realista del tema y su crudeza han hecho que algunos autores encasillen esta pintura dentro del realismo social; sin embargo, la obra también sobresale por su interés por los contrastes lumínicos, el detalle de la representación realista, la rigurosidad anatómica y la experimentación con elementos tan arriesgados como la profundidad del cuadro sugerida por el escorzo de la joven, por lo que debería considerarse como parte de la corriente cientifista que domina el siglo XIX. Simonet no aporta grandes novedades a su pintura, más bien las integra en el cuadro, como el fondo neutro de la habitación, el contrapeso lumínico entre la pared y la ventana, el bodegón que conforman las botellas de formol de distintos colores, rompiendo la monotonía cromática de las tonalidades empleadas en el resto de la pintura.
El estudio anatómico del cuerpo de la chica es impecable, así como el tratamiento de su cuerpo en ese escorzo. Pero si hay algo por lo que destaca esta obra es por los contrastes lumínicos de luces y sombras. Se trata en suma de uno de los cuadros más interesantes de este artista, y uno de los más valorados en las colecciones del Museo de Málaga.
© Enrique Simonet Lombardo, VEGAP, Málaga 2004.